Justicia Salvaje by Wilbur Smith

Author:Wilbur Smith
Language: es
Format: mobi, epub
Published: 2009-08-17T23:00:00+00:00

BAJA EL PRECIO DEL CRUDO

Peter bebió a sorbos su whisky, pensativamente, mientras leía el artículo. Luego pasó a la página seis para leer la continuación.

Después dobló el diario sobre sus rodillas y contempló la muchedumbre de turistas primaverales y de personas que salían a divertirse en la primera noche.

Califa había logrado su primer triunfo internacional. A partir de ahora no iba a haber límites a su despiadada carrera en pos del poderío y la violencia.

Peter llegó a la conclusión de que no podía esperar más. Tomó la decisión allí mismo, una decisión irrevocable. Iba a arreglar una visita a Londres en la mañana del lunes: no le faltaban excusas para hacerlo. Iba a pedir a Colin que lo esperara en el aeropuerto y, en caso de ser necesario le revelaría su plan. Sabía que podía esperar pleno apoyo. Luego habría de viajar a París para hacer un último reconocimiento del lugar. Aún faltaban dos semanas para la exhibición de los modelos de primavera, dos semanas para planificar todo tan cuidadosamente que no quedara ningún margen de posible fracaso.

Se sintió de repente exhausto, como si el esfuerzo de llegar a esa decisión hubiera agotado sus últimas reservas. Tan agotado se sentía que la corta caminata de regreso al hotel le pareció abrumadora. Pidió otro whisky y lo bebió lentamente antes de hacer el esfuerzo.

Narmco mantenía dos suites permanentes en el Hilton para sus ejecutivos de alto nivel y las visitas importantes. Peter no había hecho aún el esfuerzo de buscar alojamiento en la ciudad y vivía en la más pequeña de las dos suites. Era sólo un lugar para lavarse, dormir y dejar su ropa, pues no podía librarse de la sensación de inestabilidad, de circunstancias rápidamente cambiantes, por las que se encontraba rodeado.

Mis libros están de nuevo en depósito, pensó con una tenue sensación de soledad. Su colección de libros raros y hermosos estado en depósito la mayor parte de su vida, mientras él viajaba adonde lo llamaban sus obligaciones y paraba en barracas y cuartos de hotel. Sus libros eran sus únicas posesiones y, al pensar en ellos ahora, se sentía inundado por un anhelo desusado de tener una base, un lugar que fuera suyo. Inmediatamente apartó ese deseo y sonrió cínicamente al echarse a andar una vez más por las calles de una ciudad extranjera, de nuevo solo. "Debe de ser la vejez que me está alcanzando" pensó. Hasta el presente no había habido tiempo para la soledad...pero...¿ahora? ¿Ahora? Sorpresivamente se acordó de Magda Altmann, a punto de caer en sus brazos y diciéndole: "¡Oh, Peter! ¡He estado sola tanto tiempo!"

El recuerdo lo dejó paralizado; Allí siguió parado bajo la luz de un farol: una figura alta con impermeable y una cara abatida, atormentada.

Una muchacha rubia, con los labios chillonamente pintados, se acercó a saltitos y se detuvo para musitar una invitación. Esto hizo volver a Peter a la realidad del presente:

- Merci -dijo, meneando la cabeza y alejándose.

Al pasar frente a un puesto de venta de revistas,

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